jueves, 22 de julio de 2010

Fuentes teóricas del marxismo

La doctrina de Marx suscita en todo el mundo civilizado la mayor hostilidad y el mayor odio de toda la ciencia burguesa (tanto la oficial como la liberal), la cual ve en el marxismo algo así como una "secta nociva". Y no puede esperarse otra actitud pues en una sociedad basada en la lucha de clases no puede existir una ciencia social "imparcial". De una manera u otra, toda la ciencia oficial y liberal defiende la esclavitud asalariada, al paso que el marxismo ha declarado una guerra sin cuartel a esa esclavitud. Esperar una ciencia desapasionada en una sociedad de esclavitud asalariada sería la misma pueril ingenuidad que espera de los fabricantes imparcialidad en lo concerniente al problema de aumentar los salarios de los obreros disminuyendo las ganancias del capital.

Mas eso no es todo. La historia de la filosofía y de la ciencia social muestran con toda claridad que en el marxismo no hay nada parecido al "sectarismo", en el sentido de una doctrina en cerrada en sí misma, rígida, surgida al margen del camino real del desarrollo de la civilización mundial. Por el contrario, toda la genialidad de Marx radica, precisamente, en que dio respuesta a los problemas planteados antes por el pensamiento avanzado de la humanidad. Su doctrina surgió como continuación directa e inmediata de los más grandes adalides de la filosofía, la economía política y el socialismo.

La doctrina de Marx es omnipotente porque es exacta. Es completa y armónica y  suministra al hombre una concepción del mundo íntegra, intransigente con toda suerte de supersticiones, con toda reacción y con toda defensa de la opresión burguesa. Esa doctrina es el sucesor legítimo de todo lo mejor que la humanidad creó en el siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés.

Vamos a detenernos brevemente en estas tres fuentes del marxismo que a la vez constituyen sus tres partes integrantes:

I

La filosofía del marxismo es el materialismo. En el transcurso de toda la historia moderna de Europa y en general a fines del siglo XVIII, en Francia, donde libró la batalla decisiva contra toda la basura medieval, contra la servidumbre, en las instituciones y las ideas, el materialismo resultó ser la única filosofía consecuente, leal a todas las doctrinas de la ciencias naturales, hostil a la superstición, a la hipocresía, etc. Por eso los enemigos de la democracia trataban con todas sus fuerzas de "refutar", socavar, calumniar al materialismo y defendían las diferentes formas del idealismo filosófico, que reduce siempre, de un modo u otro, a la defensa o al apoyo de la religión.

Marx y Engels defendieron del modo más enérgico al materialismo filosófico y explicaron repetidas veces el profundo error que significaban todas las desviaciones de esta base. En las obras de Engels, "Ludwig Feuerbach" y "Anti-Dühring" que -al igual que el "Manifiesto comunista"- son libros que no deben faltar en las manos de ningún obrero consciente, en donde aparecen con mayor claridad y detalle estas opiniones.

Pero Marx no se detuvo en el materialismo del siglo XVIII, sino que hizo avanzar más la filosofía. La enriqueció con adquisiciones de la filosofía clásica alemana, especialmente el sistema de Hegel que, a su vez, había conducido al materialismo de Feuerbach. La principal adquisición es la dialéctica, o sea, la doctrina del desarrollo en su forma más completa, más profunda y más libre de unilateralidad, la doctrina de la relatividad del conocimiento humano que nos suministra un reflejo de la materia en perpetuo desarrollo. Los novísimos descubrimientos de las ciencias naturales -el radio, el electrón, la transformación de los elementos- han confirmado, maravillosamente, al materialismo dialéctico de Marx, a despecho de las doctrinas de los filósofos burgueses con sus "nuevos" retornos al viejo y podrido idealismo.

Al profundizar y desarrolla el materialismo filosófico, Marx lo llevó a su término y extendió su conocimiento de la naturaleza al conocimiento de la sociedad humana. El materialismo histórico de Marx es una grandiosa conquista del pensamiento científico, el caos y la arbitrariedad que hasta entonces reinaban en las concepciones sobre la historia y política fueron remplazadas por una teoría científica asombrosamente integral y armónica que muestra cómo de un régimen de vida social se desarrolla,, en virtud del crecimiento de las fuerzas productivas, otro más elevado: cómo del feudalismo, por ejemplo, nace el capitalismo.

Así como el conocimiento del hombre refleja la naturaleza que existe independientemente de él, vale decir, la materia en desarrollo, del mismo modo el conocimiento social del hombre (es decir, las diversas opiniones y doctrinas filosóficas, religiosas, políticas, etc.) refleja el régimen económico de la sociedad. Las instituciones políticas son la superestructura erigida sobre la base económica. Vemos, por ejemplo, cómo las diversas formas políticas de los Estados europeos modernos sirven para fortalecer la dominación de la burguesía sobre el proletariado.

La filosofía de Marx es el materialismo filosófico acabado que ha dado una grandiosa arma de conocimientos a la humanidad y particularmente a la clase obrera.

II

Después de haber reconocido que el régimen económico es la base sobre la cual se alza la superestructura política, Marx consagró creciente atención al estudio de este régimen económico. La obra principal de Marx -"El Capital"- está dedicada al estudio del régimen de la sociedad moderna o sea del capitalismo.

La economía política clásica anterior a Marx se había configurado en Inglaterra, el país capitalista más desarrollado. Adam Smith y David Ricardo sentaron en sus investigaciones del régimen económico, las bases de la teoría del valor por el trabajo. Marx prosiguió su obra, fundamentó rigurosamente y de manera consecuente desarrolló esta teoría. Mostró que el valor de toda mercancía está determinado por la cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario invertido en su producción.

Ahí donde los economistas burgueses veían relaciones entre cosas (cambio de unas mercancías por otras), Marx descubrió relaciones entre personas. El intercambio de mercancías expresa el nexo que hay entre los distintos productores a través del mercado. El dinero indica que este lazo se hace más estrecho, uniendo indisolublemente en un todo la vida económica de los distintos productores. El capital implica un ulterior desarrollo de ese lazo; la fuerza de trabajo del hombre se convierte en mercancía. El obrero asalariado vende su fuerza de trabajo al propietario de la tierra, de la fábrica o de los instrumentos de trabajo. Una parte de la jornada la emplea el obrero en cubrir el gasto de su sostenimiento y el de su familia (salario); durante la otra parte de la jornada trabaja gratuitamente creando para el capitalista la plusvalía, fuente de las ganancias, fuente de la riqueza de la clase capitalista.

La doctrina de la plusvalía es la piedra angular de la teoría económica de Marx.

El capital creado por el trabajo del obrero, oprime al obrero, arruina el pequeño patrono y crea un ejército de desocupados. En la industria el triunfo de la gran producción se advierte de inmediato, pero también en la agricultura vemos el mismo fenómeno: aumenta el predominio de la gran agricultura capitalista, crece el empleo de la máquina, la hacienda campesina cae en las garras del capital monetario, decae y se arruina bajo el yugo de la técnica atrasada. En la agricultura hay otras formas de decadencia de la pequeña producción, pero es un hecho indiscutible.

Al aplastar la pequeña producción el capital conduce al aumento de la productividad del trabajo y crea una situación de monopolio para los consorcios de los grandes capitalistas. La producción misma se torna más social -cientos de miles y millones de obreros son articulados en un organismo económico planificado-, mientras que el producto del trabajo común se lo apropia un puñado de capitalistas. Crecen la anarquía en la producción, la loca carrera en pos de los mercados, la escasez de medios de subsistencia para las masas de la población.

Vladimir Ilich Ulianov (1870-1924)


Al aumentar la dependencia de los obreros respecto del capital, el régimen capitalista crea la gran potencialidad del trabajo asociado.

Marx va siguiendo la evolución del capitalismo desde los primeros gérmenes de la economía mercantil, desde el simple intercambio, hasta sus formas más altas, hasta la gran producción.

Y la experiencia de todos los países capitalistas, viejos y nuevos, muestra claramente con cada año que pasa, a un número cada vez mayor de obreros, la exactitud de esta doctrina de Marx.

El capitalismo ha vencido en el mundo entero, pero esta victoria no es sino el preludio del triunfo del trabajo sobre el capital.

III

Cuando el régimen feudal fue derrocado y vio la luz la "libre" sociedad capitalista, en seguida se evidenció que esa libertad representaba un nuevo sistema de opresión y explotación de los trabajadores. Como reflejo de esa opresión y como protesta contra ella comenzaron inmediatamente a aparecer diversas doctrinas socialistas. Pero el socialismo primitivo era un socialismo utópico. Criticaba la sociedad capitalista, la condenaba, la maldecía, soñaba con su destrucción, fantaseaba en torno a un régimen mejor, quería convencer a los ricos de la inmoralidad de la explotación.

Pero el socialismo utópica no podía señalar la salida real. No sabía explicar la esencia de la esclavitud asalariada bajo el capitalismo, ni descubrir las leyes de su desarrollo, ni encontrar la fuerza social capaz de convertirse en el creador de la nueva sociedad.

Entre tanto las tempestuosas revoluciones que acompañaron en toda Europa y especialmente en Francia la caída del feudalismo, de la servidumbre de la gleba, hacían ver de manera cada vez más clara que la base de todo el desarrollo y su fuerza motriz era la lucha de clases.

Ni una sola victoria de la libertad política sobre la clase feudal se obtuvo sin desesperada resistencia. Ningún país capitalista se formó sobre una base más o menos libre, más o menos democrática, sin una lucha a muerte entre las distintas clases de la sociedad capitalista.

El genio de Marx estriba en haber sabido deducir de ello, y aplicar consecuentemente antes que nadie, la conclusión que enseña la historia universal. Esta conclusión es la doctrina de la lucha de clases.

Los hombres han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño de los demás y del propio y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las fases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase. Los partidarios de reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo, mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara o podrida que parezca, se sostiene por la fuerza de unas u otras clases dominantes. Y para romper la resistencia de esas clases hay sólo un medio: encontrar en la misma sociedad que nos circunda, educar y organizar para la lucha de las fuerzas que pueden -y por situación social deben- formar la fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo.

Sólo el materialismo histórico de Marx indicó al proletariado la salida de la esclavitud espiritual en que han vegetado hasta hoy todas las clases oprimidas. Únicamente la teoría económica de Marx explicó la situación real del proletariado en el régimen general del capitalismo.

En todo el mundo, desde Norteamérica hasta Japón y desde Suecia hasta el África del Sur se multiplican las organizaciones independientes del proletariado. Esta se instruye y es educada conduciendo su lucha de clases, se despoja de los prejuicios de la sociedad burguesa, se aglutina cada vez más estrechamente, aprende a medir el alcance de sus éxitos, templa sus fuerzas y crece en forma incontenible.

(Lenin. V. I. Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo. Obras. Tomo 19. Edición argentina. Páginas 13-16)

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